Sumergidos en la paz de la hipocresía,
nos fundimos como amantes necrófilos,
en el halo de la verde inmensidad.

Somos hijos de la líbido,
hombres de tiempo sin tiempo.
Las horas se acaban,
la muerte nos llama.

Nuestras sombras primitivas nos condenan,
ya no hay luz, no hay nada más.
los colores pierden sus matices,
son fruto de la oscuridad

Somos el polvo que nos ciega,
sólo un lamento lunar.