Realizo mi descenso al mundo de los sueños.
No soy más que un pasajero,
un errante, buscando repudiar mi dolor.

Oigo la música de las almas exasperadas
en un canto de rock quebrantado.
Oigo sus voces, sus llantos,
Dibujando muecas y sonrisas de dolor.

¿Por qué me seduce tan extrañamente?
Esta multitud ondulante y nocturna,
Es esa esencia de remembranzas olvidadas,
de sombras lejanas que sofocan mi dolor.

Un golpe… Otro más.
Y un corrientazo me devuelve a la realidad.